Issa Plancarte (@issaplancarte)
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Hace unos años abrió en el poniente de la ciudad el hermano menor de Fonda Garufa, con la misma buena onda y calidez pero más orientado a ser un deli para el barrio en donde echarse una baguette, comprar unas carnes frías y un quesito o simplemente llevarse un buen vino.
Ahora, Alacena Bistró creció no sólo en tamaño sino también en propuesta, aunque continúa el pequeño deli con una variedad brutal de vino, queso, carnes frías, panadería, mermeladas, etcétera. Lo suyo ahora también ha sido aventurarse ofreciendo nuevos sabores y platillos que no obedecen a ningún tipo de cocina en específico, más bien son de esos sabores universales que pueden gustarle a cualquiera. Lo mismo una berenjena asadacon quinoa, feta y alcaparras, que una sopa de jitomate rostizado, pasando por un pato magret con frutos rojos y cognac, hasta una hamburguesa Angus con pan hecho en casa.
En un día caluroso de verano, lo que más se agradece es comer en una terraza acogedora, repleta de comensales que tuvieron la misma idea. Bebo un vaso de sun tea –una forma de infusionar té helado utilizando solamente luz natural del sol– para refrescarme y hacerme muy feliz, porque soy fanática del té.
Probé un par de entradas totalmente distintas entre sí, la primera una polenta con queso taleggio, parmesano, hongos y aceite de trufa. La mezcla de sabores es espectacular, de esas cosas que se te antoja comer debajo de una cobijita viendo una chimenea, comfort food pues. Después, el invento del siglo creado por Fernando Campo: un ceviche de pescado tipo pozole verde, con maíz cacahuazintle, rábano, orégano, aguacate y hierbas. Es tan bueno que no sé por qué no se nos había ocurrido antes, la combinación es espectacular y resulta en un plato fresquísimo, que además de acompaña con tostaditas hechas en casa con sal de mar y epazote.
Hay otra cosa bien padre de Alacena Bistró, la variedad de ingredientes que no son sólo muy ricos, sino también tienen un buen número de beneficios a la salud, entre ellos están la quinoa, el camote o el kale. Sobre este último recomiendo probar la ensalada de legumbres que lo combina en su versión crujiente con chícharos, frijol, lenteja y aderezo de aguacate con cilantro.
Dentro de su buen repertorio de pastas y arroces, elegí el risotto negro con calamar y pulpo, con cocción perfecta y en su punto. Lo acompañé con una copa de vino rosado de la nutrida carta de vino al copeo del lugar. Tan bueno estaba todo que era obligado pasar un cacho de pan por la salsa del plato.
Para terminar, un postre de peras ligerito para beberse con una tacita de té, rico para ver pasar la tarde y emocionarse de que este lugar es ya uno de los favoritos de los que habitan
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