Bonito Popfood

15 Jul 2013

Para comer rico entre amigos en un privilegiado espacio abierto en la Condesa

Por: adolfo Grego, Invitado Especial
editorial@queremoscomer.com

 

En mi larga carrera como creador de contenido para queremoscomer.rest (carrera que se extiende a más de veinte palabras desde el fin de este paréntesis),jamás había visitado un lugar que fuera bonito, bonito, Bonito. Para definirlo, evité sucumbir a la tentación de usar frases comunes como "qué bonito es lo bonito" (aunque en realidad acabo de hacerlo) y prometo solemne que después del próximo párrafo, dejaré de usar la palabra bonito para definir mi experiencia en el restauranteBonito.

De manera que para disfrutar de una bonita tarde, me hice acompañar por una bonita amiga y nos fuimos a encontrar lo bonito de Bonito. Primero, bonita era la hostess que nos invitó a entrar, bonitos los muros llenos de pájaros que revolotean silenciosamente en las paredes, luego bonito el patio trasero de la bonita casa contruida por Luis Barragán (remodelada minuciosamente por el equipo de don Ramón Orraca, experimentado restaurantero yfundador del Bonito) que fuera el domicilio de don Indalecio Prieto Tuero, político y pensador español del siglo XX. Bonito el patio y bonita la cocina abierta, que deja ver el bonito horno de piedra donde se cocinarán las bonitas pizzas. Bonito también el balcón superior que hace sentir a los comensales más cerca de las bonitas nubes. Bonitos los dos patos que hacen las veces de salero y pimentero en las mesas. La lógica me invitó a pensar que la especialidad del Bonito sería el Bonito (un tipo de pescado que se conoce también como albacora, bacoreta, totumito, cojinova o jurel verde),pero esto no es así. Bonito se caracteriza por no ofrecer platillos a base de Bonito.

RESTURANTE BONITO EN QUEREMOSCOMER.REST

Y es que este restaurante no es del todo convencional.
Es un espacio abierto, cómodo y alegre, donde se escucha el suave murmullo de las conversaciones ajenas, sin lograr distinguir ninguna de ellas. Así, el patio es especialmente seguro para sostener conversaciones confidenciales, pues es público y, a su vez, íntimo. Por otro lado, parte del interior de la casa está diseñado para que los fumadores gocen, entre ellos y en privado, a puerta cerrada, de los placeres culinarios mezclados con el fino aroma de sus tabacos preferidos, sin mezclarse con el resto de los comensales que gozan, ya sea del interior de la casa, o bien del patio techado, que nos resguarda de las frecuentes lluvias torrenciales de esta húmeda temporada.

Restaurante Bonito en queremoscomer.rest

La frase que mejor define el ambiente fue pronunciada por el subgerente del restaurante y portador de dos embriagantes apellidos Francisco Bobadilla Torres:"éste es un lugar en donde los amigos atienden a sus amigos". Y así, entre amigos, abrimos nuestro apetito para dejarnos consentir.

Nos presentaron el concepto del restaurante como "PopFood". Yo me tomé la libertad de traducir el término como "deliciosos platillos populares de la cocina internacional con un twist", diseñado para bolsillos con un presupuesto también "internacional, con un twist". Y es que un comensal puede  disfrutar de una excelente comida con sólo 200 pesos, o bien engalanarse con una cuenta que supere los 2,000, de acuerdo a sus necesidades.

Pero una reseña no estaría completa sin hablar acerca de los platillos, así que aquí están:
Nosotros empezamos nuestra bella experiencia con un hermoso carpaccio de atún, cuya salsa dista mucho de ser común: un pesto a base de nuez ,más una salsa que denominan asiática, y cuyo lindo secreto nos fue imposible descubrir.

Atún en queremoscomer.rest

Luego, le preguntamos al chef Alberto Carrillo(creador de los platillos de la carta y personaje siempre presente en la cocina para supervisar la calidad de los mismos) cuál era su platillo más guapo, y sin dudar nos mandó traer una hermosa pizza de carne de kobe, la especialidad que lleva por base una reducción de vino tinto, queso provolone, cebolla caramelizada y la suave carne de la raza Wagyu que, descubrimos, ya también se produce en México. Sinceramente, fuimos nosotros quienes insistimos en que sólo trajera la mitad de esa pizza, pues se nos antojó a mares otra, sencilla de queso brie con hongos y aceite trufado. Así pudimos gozar de media belleza de una y media de la otra.

Claro. Alberto es lo suficientemente accesible como para hacer realidad estos pequeños caprichos, incluso para los clientes que no llegan al restaurante a escribir una reseña.
Como complemento, y como teníamos hambre, nos sirvieron un precioso tazón de sopa de jitomates rostizadoscon queso de cabra, en una porción pequeñita, dividida y decorada con unas lindas bolitas de galleta crujiente. Mi amiga se entusiasmó: ¿Cómo logran hacer que la sopa de jitomates no se sienta pesada? El chef nos explicó detalladamente el proceso de preparación, el cual no compartiremos en esta reseña, para que los lectores vayan a pedir la receta por sí mismos.

Llegó la hora del plato fuerte, y el chef decidió consentirnos. Mandó preparar dos diferentes pescados, cocinados también totalmente diferentes. El primero, un guapísimo atún sellado (¡por favor!, estimado lector, el atún debe comerse sellado, rojo por dentro y cocido por fuera),y cubierto de pasta tempura crujiente con un lejano regusto a cítricos. El chef logra mantener muy coqueto este atún, intenso rojo suave en el interior y cálido crujiente en el exterior. También nos explicó el proceso, pero no logramos prestar suficiente atención. Nos ganó el sabor del pescado, de su salsa de gengibre (que inteligentemente deciden poner a un lado, para chopear sólo cuando es necesario) y la cama de espárragos con una crema de mostaza y aceite de ajonjolí que lo acompañaba. El segundo pescado fue un reto:un lindo robalo a la parrilla sobre una cama de rissotto de champiñones. No sólo el pescado estaba fresco y delicioso sino que el rissotto estaba al dente: duro por dentro, chiclosito por fuera, con sabor a champiñón y queso parmesano, y hago una pausa porque estoy ensuciando el teclado con la saliva que se me escurre de la boca al recordarlo.

A estas alturas ya necesitábamos de un vino para digerir esas hermosuras, y como no pretendíamos ya apegarnos a los cánones tradicionales, decidimos acompañar nuestros pescados con un vino tinto ligero. El capitán César Galicia nos recomendó, de su selección, un poco convencional Merlot proveniente de la región de La Toscana. Fue el toque final definitivo de hermosura para todos los platillos.

Y ya para terminar –nunca entiendo por qué tenemos que esperar a que pase toda la comida para disfrutar del postre –nos agasajaron con un coqueto plato de tradicionales churros, con un twist: tres caballitos de salsas dulces y espesas para chopear: chocolate blanco, dulce de leche y rompope, más un cantarito de barro, lleno de café de olla. ¿Qué más pude pedir? Nada. Ni siquiera un palillo, pues así se quedó conmigo el recuerdo de la comida por un rato más.

churros restaurante bonito en queremoscomer.rest

Siempre me molesta que mi cuerpo no posea una capacidad ilimitada para poder probar todos los platillos de una carta, sobre todo en un lugar donde se preparan con esmero. Quedé invitadísimo a regresar: A probar el pollito de leche rostizado en salsa de miel , el carpaccio de betabel con vinagreta de guayaba o el pulpo a la talla.

Pollo Restuarante Bonito en queremosocmer.com

Al final, coloradas mis mejillas por el vino y sonrojado por las tantas atenciones, salí viéndolo todo Bonito. Sí, aunque prometí no hacerlo. Hasta el valet parking me pareció bonito.

Editorial


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