Issa Plancarte (@issaplancarte)
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Los single malts son una referencia en el mundo de los destilados, que merecen un momento aparte para der disfrutados sin prisa. Existe una idea errada acerca del porqué reciben ese nombre al pensar que son llamados así por provenir de una sola barrica, cuando puede provenir de varios.
Se obtienen a través de la fermentación de la cebada que proviene de una única destilería, la cual se añeja por un mínimo de tres años en un barricas de roble americano o español. Otra de sus características es que debe tener 40°, los cuales se obtienen a través de una doble destilación.
Lo que los diferencia de los blends, es que los segundos son mucho más jóvenes y contienen una mezcla tanto de varias destilerías como destilados de distintos granos. Los blends son los whiskies más vendidos en todo el mundo, pero los conocedores siempre han considerado que los mejores son los single malts por tener una producción más cuidadosa.
Para hacer un single malt se sigue un método tradicional que ha permanecido sin cambios desde 1887. Para producir la malta, se deja remojando la cebada en agua hasta que comience a germinar, esto hace que se comiencen a producir azúcares que después de convertirán en alcohol. Después se seca, se muele y se cola en una tina donde el almidón se convertirá en azúcar. La siguiente parte del proceso recuerda mucho a la fabricación de cerveza en la que se utilizan levaduras para iniciar el proceso de fermentación.
Algo muy importante en los single malts es su lugar de origen, al igual que en el mundo del vino, ya que el entorno les otorga características de calidad únicas. Escocia es sin duda alguna la capital mundial del single malt debido a sus condiciones de agua y de entorno donde se produce la cebada, otorgándole gran porcentaje de su sabor. La otra gran parte que influye en su sabor final proviene del reposo en barricas. Es tan importante que por ley desde 1916 debe permanecer en una por lo menos tres años antes de ser envasadas, pero la realidad es que los single malts más “jóvenes” permanecen un mínimo de doce años, como es el caso de Glenfiddich. A medida que el whisky va madurando en barrica, un porcentaje de éste se va evaporando y se pierde, a este proceso se le conoce románticamente como “la parte de los ángeles”.
Después de todo ese proceso es fácil entender porqué son tan apreciados y porqué se considera un pecado mezclarlos en bebidas y por el contrario, se disfrutan por si solos. En Escocia se acostumbra agregarle apenas unas gotas de agua para liberar algunos de sus sabores, el hielo sólo se utiliza si la temperatura ambiental es extremadamente caliente. Por el contrario, a menudo los escoceses calientan el whisky al “abrazar” la copa con la mano para de esta forma, liberar sus aromas en sus fríos y húmedos días. Haz la prueba al poner el mismo whisky en dos copas, una caliéntala con la mano y otra bébela a temperatura ambiente, ¡notarás la diferencia!
Lo más importante es que lo bebas cómo y cuándo tu quieras, pero que lo disfrutes. Es un destilado que toma tanto tiempo para producirse que lo menos que puede hacerse es tomarse un momento para atacarlo con todos los sentidos. Sláinte!
Agradecemos a Glenfiddicch su colaboración para la elaboración de este texto.
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