Chapulines: sabores y sabiduría heredada.

Durante mi infancia, me perdí de su singular sabor, pues me parecían poco apetitosos y de adolescente los veía aún más asquerosos; sin embargo, una vez que los probé, mi persepción cambió para siempre. Al sentir su característica textura, me recordó al chicharrón; su sabor es muy parecido al de otros insectos como los escamoles y gusanos de maguey.

Los chapulines forman parte de la familia de los grillos, langostas y saltamontes. Cuando llega el verano y el otoño, los campos se llenan de estos insectos, es entonces cuando la gente los captura y los seca al sol o en el comal, para comerlos durante el resto del año. Y por ser ricos en  proteína, fibra y algunas vitaminas, su consumo es una excelente opción para obtener energía, además su cantidad de grasa es miníma.

Al comal con sal
En México, dependiendo la región y las costumbres de la comunidad, se llegan a consumir los huevecillos, larvas o los adultos. Quizá la forma más conocida de prepararlos es asados al comal y comerlos en taco, acompañados con salsa, limón y sal. En Oaxaca se acotumbra servirlos con queso fundido y hoja santa- ¡Uff! una completa delicia-, y en salsa o en sopa, ambas de sabor fuerte, pero apetecibles.

Aunque hace algunos siglos su consumo era común, hoy en día no lo es, pues no son un alimento que se considere básico en la dieta del mexicano, por lo mismo su adquisición no es tan sencilla y el precio es un tanto elevado. A pesar de ello, las persona que gustan de comer insectos están interesados en su renacimiento como productos indispensables en la dieta, creciendo así su consumo.

¡Aprovecha ésta época en donde abundan los chapulines y los puedes conseguir en varios mercados de la ciudad para que los prepares como más se te antojen!  También disfrútalos en restaurantes comoLos Danzantes, Los Girasoles, La Hacienda de los Morales y Doña Lulá.