México es un país rico en tradiciones, originadas por la fascinante mezcla entre lo prehispánico y religioso, al tiempo que se ven envueltas con la gastronomía que se conjuga en las festividades que vivimos cada año. Así ocurre en otros países cuando los platos varían de acuerdo a la celebración, pero en nuestro país nos encanta festejar y comer particularmente.
Las fiestas que tenemos son conmemorativas de hechos históricos, religiosos o ritos autóctonos, que hoy se han disimulado dentro del calendario que introdujeron los españoles y el cual tenía gran similitud con fechas representativas del mundo prehispánico. Sin importar el origen, en todas ellas, los alimentos tienen gran protagonismo.
Algunos de los platillos que se preparan, son originarios de otros países para muestra la Rosca de Reyes que se comía en Roma y más tarde tomó arraigo en los países católicos. Otras tantas celebraciones, por ejemplo el día de La Candelaria, adoptaron de la cocina local platillos como los Tamales que eran empleados en ofrendas a los dioses prehispánicos. De esta manera quedaron ligadas tradiciones ancestrales y las nuevas introducidas por los españoles.
Entre los platos históricos destacan los Chiles en Nogada, cocinados por las madres agustinas en Puebla durante la visita de Agustín de Iturbide. La combinación de los chiles mexicanos y de ingredientes traídos desde España logro una fusión sin igual con un toque tan patriótico con la intencionada mezcla de los colores verde, blanco y rojo. Hoy nunca ausentes durante el mes patrio al igual que el pozole de origen prehispánico servido en la actualidad con lechuga y orégano.
El día de muertos en particular es una celebración que extraña demasiado a quienes son ajenos a nuestra cultura, les sorprende la manera en que rendimos culto tan festivo y humorístico a la muerte; esta rodeada de olores a incienso y flores, especialmente las de cempasúchil que durante la temporada se encargan de engalanar las mesas y altares. El pan de muerto es el protagonista de la temporada con sus “huesitos” que sobresalen acompañado de un rico chocolate caliente, al igual que las calaveras de azúcar cuya base blanca contrasta con lo colorido de sus adornos.
Hay platillos que están fuertemente identificados con temporadas determinadas, como el caso de los platillos navideños que comúnmente sólo se preparan durante el mes de diciembre. En este caso, los Romeritos elaborados con mole y tortas de camarón, el Bacalao (siendo el recalentado el más sabroso!) Y la tradicional ensalada de betabel acompañados de la bebida navideña por excelencia el ponche (preparado con tejocote, manzanas, guayaba y hasta tamarindo en algunos casos) y una vez más el mestizaje se hace presente en nuestra cocina.
Es así, que a lo largo del año con nuestras festividades la gastronomía se inunda de platillos especiales para deleite de los comensales. Afortunadamente no tenemos que esperar a las fiestas mencionadas porque nuestra ciudad posee una amplia variedad de restaurantes para quitarnos el antojo.