AntiPopotes

Todo comenzó cuando un niño de 9 años llamado Milo Cress comenzó una campaña en Estados Unidos para proponer que cada restaurante preguntara a los comensales si querían un popote con sus bebidas en lugar de ofrecer la bebida con popote incluido en automático. Cress buscaba de esta manera eliminar poco a poco la generación absurda de basura de un elemento de plástico que no podía reciclarse y que sólo era un contaminante.

Fue tal el impacto que tuvo esa pequeña iniciativa que hasta CNN lo entrevistó, cuando le preguntaron porqué buscaba eliminarlos respondió: “A veces pienso que olvidamos que cada pedazo de plástico que usamos como los popotes seguirán en la Tierra incluso después de que nazcan mis nietos. Por eso empecé el proyecto, para eliminar el número de popotes que se van a la basura a diario. Incluso los popotes biodegradables terminarán en la basura y no serán reciclados”.

Cinco años han pasado y lo que comenzó como la iniciativa de un niño se ha convertido en una campaña mundial que ha cosechado éxitos como la declaración de un Día sin Popotes en Colorado, el estado natal de Milo. De acuerdo a estadísticas del propio Milo, tan sólo en Estados Unidos se usan a diario 500 millones de popotes (suficientes para llenar 46, 600 camiones escolares anualmente).

Siguiendo su ejemplo, una compañía llamada Xanterra que tiene propiedades en parques nacionales de Estados Unidos para que el Día de la Tierra no se utilicen popotes en ninguno de sus parques. Es un comienzo para educar a sus visitantes a seguir una política de reducción de residuos.

La campaña ha cobrado cada vez más adeptos en todo el mundo, en nuestro país por ejemplo Grupo Pangea de Monterrey toma la estafeta para anunciar que en todos sus restaurantes dejará de ofrecer popotes. A través del hashtag #AntiPopotes el grupo regio busca promover la costumbre de dejar de utilizar el aditamento de plástico que sólo crea basura.

Por otra parte, los grupos ecologistas en todo el mundo saben bien que hay un porcentaje de la población que necesita usar popotes para sus bebidas, ya sea por enfermedad, por ser niños pequeños o por comodidad para beber. Para ellos se ha propuesto que utilicen popotes re-utilizables como una forma de eliminar residuos. No es mala idea por ejemplo comprar un vaso de acrílico con popote integrado para traerlo consigo y dejar de contaminar.

Sin duda, esfuerzos como estos hechos por los consumidores son los que se necesitan para activar la conversación del papel que jugamos en la generación de basura. Acciones tan mínimas como no usar los popotes, devolver al mesero cuando nos lo ofrece de manera automática con nuestras bebidas o incluso, pedir a restaurantes que dejen de usarlos son formas de presión social en beneficio del bien común. Si un niño de 9 años logró que un Estado dejara de usar popotes por un día, ¿qué no haríamos todos si nos lo proponemos y nos unimos?