Mecenas Colectivo
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La clásica galleta con chispas de chocolate que encontramos en muchos lados y de la que se desprende un aroma tan seductor e irresistible en las tiendas departamentales que nos obliga a comprar un par, tiene una historia de 75 años de existencia, cumplidos recién en 2013.
La inventora de este clásico culinario estadounidense es Ruth Wakefield, quien dirigió junto a su esposo Kenneth el popular restaurante Toll House en Whitman, Massachusetts, desde 1930 hasta 1967. Ella creó las galletas “Toll House chocolate crunch cookies” a finales de los años treinta y vio con sorpresa cómo resultaron del completo gusto de cualquier comensal que las probara.
La receta original es de Ruth, pero se ha ido modificando y ajustando a los largo del tiempo. Su primera aparición impresa fue en la edición de 1938 del libro “Wakefield tried and true cookbook”. Estas suculentas galletas fueron creadas como un acompañante del helado, pero fueron tan celebradas en tan poco tiempo, que Marjorie Husted —también conocida como Betty Crocker— les dio un lugar en su programa de radio. El 20 de marzo de 1939, Ruth le dio a Nestlé los derechos para usar su receta de la galleta con chispas de chocolate y el nombre de Toll House. El precio de la receta fue de un dólar, que según Ruth, nunca se pagó, aunque Nestlé le otorgó una dotación de chocolate durante toda su vida y pagos por su trabajo como consultora culinaria.
Aunque siempre hemos conocido el quién, el dónde y el cuándo de los orígenes de la galleta de chispas de chocolate, el cómo y el por qué se han quedado un tanto oscuros. Un conjunto de mitos a menudo repetidos, sobre la creación del horneado favorito de Estados Unidos, han crecido. La historia que se reproduce con mayor frecuencia dice que Ruth se quedó sin nueces para completar una receta tradicional de galletas para helado y, en desesperación sustituyó el faltante con trozos de chocolate amargo Nestlé. Otra leyenda menos creíble, dice que a causa de la vibración de la batidora, una barra de chocolate amargo cayó desde una repisa superior sobre la masa de la galleta que estaba aún batiéndose.
Aparentemente ninguna de las leyendas que circulan es cierto. En su reciente publicación, “Great American Chocolate Chip Cookie Book”, la escritora gastronómica Carolyn Wyman ofreció una más creíble, aunque quizás menos encantadora, historia. Carolyn asegura que Ruth, quien tenía una maestría en repostería y una gran reputación de perfeccionismo, no permitiría que su restaurante —famoso por sus postres— se quedara sin un ingrediente tan esencial como las nueces. Así que la explicación más plausible es que Ruth desarrolló la receta a fuerza de entrenamiento, talento y trabajo duro, sin saber que su combinación de mantequilla, harina, azúcar, nueces y chispas de chocolate se convertirían en íconos de la comida americana, adoradas por adultos y niños, creadoras de grandes fortunas y generadoras de incontables variaciones e imitaciones.
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