Issa Plancarte (@issaplancarte)
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Hay una escena que se repite a menudo cuando un invitado entra a una casa donde habita una familia marroquí, SIEMPRE se ofrece una jarra de té verde dulce con menta. No sólo forma parte de su cultura y de sus buenas costumbres, es la máxima ofrenda de hospitalidad. Y el invitado SIEMPRE debe de aceptarla, de no hacerlo se considera un acto de terrible educación. No sólo eso, al beberlo debe hacerse de forma pausada, sin prisas.
La bebida que se prepara con té verde es toda ella una historia digna de ser contada, pues no sólo encierra un acto de bienvenida, es también uno de las costumbres más bonitas en el mundo del té. Para prepararla se necesita una jarra especial de acero inoxidable llamada l’barrade, té verde gunpowder de China, menta y azúcar. Existe en el país una región llamada Meknes que produce la mejor menta del país disponible en el verano, pero cuando son los meses de frío invierno lo que se usa para sustituirla son hojas de absenta, salvia, verbena o mejorana.
El té fue introducido en Marruecos durante el reinado de Moulay Ismail en el siglo XVII pero se popularizó hasta el siglo XIX a causa de la guerra de Crimea, cuando el cierre de los puertos provocó que los comerciantes ingleses se quedaran con un excedente de té por lo que comenzaron a venderlo en Marruecos. No fue sino hasta la década de 1880 que comenzó a beberse por todas las clases sociales debido al servirse mezclada con azúcar. Ahora el té se bebe durante todo el día y la costumbre se ha extendido en diversos países árabes.
Es tal su importancia que cada familia cuenta con un juego de té que consiste en una tetera y vasos de vidrio con llamativos diseños. El té llamado naa-naa en árabe debe preparase frente al huésped y servirse hasta la mitad del vaso para que pueda tomarse por arriba sin quemarse. Es ideal para disfrutarse al final de una comida porque tiene una doble función como digestivo.
La receta tradicional dicta que primero se mezclan dos cucharaditas de té con medio litro de agua casi hirviendo que se deja infundir por quince minutos. El líquido se filtra dentro de una tetera de metal, después se agrega azúcar (una cucharadita por cada 100ml). Se calienta a fuego medio hasta que hierva de nuevo para caramelizar el azúcar y se finaliza agregando hojas de menta fresca. Tradicionalmente deben beberse tres tazas, pues cada una será diferente por el contacto prolongado del té con la menta y el agua caliente, como indica un proverbio marroquí:
La primera taza es gentil como la vida
La segunda es fuerte como el amor
La tercera es amarga como la muerte.
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