Por Claudia Luna
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Es dos de febrero, Día de Candelaria. Es el día en que culminan las festividades de Navidad dentro de la Iglesia Católica. Más allá de la tamaliza- otorgada por aquellas personas con suerte que encontraron el muñequito de plástico en la rosca- es una celebración que fusiona fe hebrea, cristiana y cultos paganos de las Islas Canarias. Según fray Bernardino de Sahagún, esta tradición también tiene raíces prehispánicas, ya que en muchos pueblos de México, los habitantes llevan ofrendas con mazorcas a las iglesias para que sean bendecidas, con el fin de augurarles un buen futuro en el campo.
La popular fiesta consiste en honrar a la Virgen de la Candelaria, quién, según la historia, apareció en la Isla de Tenerife, a principios de siglo XV. En México, miles de católicos presentan en la iglesia al Niño Jesús -recordando la fecha en que María y José llevaron a Jesús al templo-, compran veladoras y ramos de flores para completar el ritual. Después, regresan a casa para compartir un banquete de maíz.
De mole, verde y rojos
Cada año, montones de tamales son cocidos para dar gracias en esta fecha. Dulces o salados, de rajas con queso, verdes, rojos, de mole con pollo o carne de puerco, de chocolate, piña o nata, se elaboran tamales de masa de maíz con manteca, después se colocan en una hoja de totomoxtle (hojas de mazorca secas) o de plátano y se cuecen al vapor –sin olvidar la clásica moneda que avisará cuando los tamales necesiten más agua- y se persignan para que éstos no queden pintos. El banquete se complementa con distintas clases de atoles y café de olla con piloncillo.
Tlacotalpan, Veracruz
Cada estado de la República Mexicana celebra esta fiesta de acuerdo a sus tradiciones, impregnando características propias de su cultura. Quizá una de las más representativas es la de Tlacotalpan, Veracruz.
Con el son del huapango, juegos pirotécnicos, procesiones acompañadas de flores, alboradas, ferias y el clima húmedo, la capital jarocha festeja en grande el Día de la Candelaria. Además de presentar al niño en el templo, la virgen es paseada en el río Papaloapan por los Tlacotalpeños. El jubileo inicia el 31 de enero, desde muy temprano hombres, mujeres y niños cabalgan por las calles de Tlacotalpan, en compañía de las bandas de música. El primero de febrero es el día dedicado a los toros: se realiza un tipo de pamplonada (como la de San Fermín, España),dónde éstos atraviesan el río, acompañados cientos personas que viajan en canoas, y una vez que llegan a tierra firmen, los sueltan y comienza la corretiza.
Más tarde, en la Plaza de Doña Marta se lleva a cabo el "Encuentro de Jaraneros"; en la Plaza de San Miguelito, el baile del fandango hasta altas horas de la madrugada. El jolgorio incluye la purificación del alma para alejar los malos espíritus, lo que los lugareños llaman "La Mojiganga".
El segundo día se inicia también muy temprano con "las mañanitas" a la patrona del lugar; aquí se reúne gente de la localidad para degustar los tamales de anís, los toritos de coco y cacahuate, los diferentes guisos de pescado y mariscos, así como la bebida de la localidad hecha de cacao y una plata llamada popo. Y aunque la fiesta puede durar más allá de dos días, siempre hay comida para todos, pues la comida es de todos y para todos. De este modo, los alimentos constituyen un aspecto importantísimo en la sociedad mexicana, sellando los ritos, como en el Día de la Candelaria, con un tamal en la boca.
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