Por Margot Castañeda (@margotcastaneda)
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¿De dónde viene y desde cuándo existe la sobremesa? Las pláticas sin tiempo que ocurren sobre la mesa después de una comida parecen haber estado ahí desde siempre, pero ¿has pensado cuándo ocurrió la primera? Quizás esta es una pregunta que se tocaría en una sobremesa —qué bella redundancia—.
Quizá la más antigua sobremesa conocida de la historia es la Última Cena, una reunión en la que importó más la plática que la comida. Lo importante de esta escena —conservada en el evangelio de San Juan (13,34-35)— es lo que sucede sobre la mesa donde se come. El discurso de Jesús, que sitúa un mandamiento nuevo de la fe cristiana, es un acontecimiento que impactó no solo a la institución de una religión, sino en nuestra manera de relacionarnos con los alimentos y con la divinidad.
La Última Cena nos trae al frente la importancia del banquete —el concepto cultural de nuestra naturaleza humana por compartir los alimentos—, tan necesario en la sobremesa. El banquete surge de ágape, un tipo de amor —el nivel más alto, según los griegos— que se experimenta por aquél con quien se comparte el pan alrededor de la mesa, a quien le ‘abrimos el corazón’. Lo importante de la sobremesa es este sentir: el compartir la comida como símbolo de comunión.
Compartir los alimentos es un instinto, lo hacemos por default. Al hacer una sobremesa, estamos creando, igual que Jesús con sus doce discípulos, un momento comensal con un poder magnánimo, que unifica y nos recuerda nuestra humanidad.
El significado primario de sobremesa es, de hecho, comer juntos. La etimología de la palabra comer le imprime ese significado de comunidad: cum-edere, ‘comer con’. La sobremesa es el momento comensal que todos buscamos cuando decidimos compartir los alimentos. La comida alimenta al cuerpo físico, pero la sobremesa nutre nuestro cuerpo social.
Uno de los más antiguos y famosos escritores gastronómicos, Jean Anthelme Brillat-Savarin, escribió en su Fisiología del Gusto que “el placer de la comida es la sensación actual y directa de una necesidad que se satisface. El placer de la mesa es la sensación reflexionada que nace de las diversas circunstancias de hechos, situaciones, cosas y personas que acompañan al sustento”. Entre estas y otras líneas más de su más conocida obra deja clara la necesidad social de una comida, que se satisface más en la convivencia sobre la mesa que en lo que se come.
Si es así, entonces la primera sobremesa de la historia ocurrió cuando el hombre comenzó a cocinar y a comer para gozar, en la prehistoria. Alejandro Arribas dice en su Laberinto del Comensal, que “el mundo civilizado se empieza a ordenar por el hecho de guisar y comer juntos lo guisado”.
Y sí, quizás, con el nacimiento del fuego, por lo tanto de la cocina, la sobremesa ocurrió por primera vez de forma natural, porque “hombres como nosotros, tuvieron que resolver el comer lo mejor posible y hubieron de compartir guisos recién inventados para sentirse bien los unos con los otros y no solo para sobrevivir”.
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