B Town Burger Boutique

Las hamburguesas están de moda en la Ciudad de México. Sobretodo las que añaden a su clásica receta una buena dosis de sofisticación, como carne kobe, foie gras, trufa, kale, aderezos especiados y combinaciones nada convencionales.

En esta ciudad se puede comer cualquier tipo de hamburguesa, desde la típica de fast food con porción mínima de carne y queso amarillo —muy rica en su estilo—, la callejera hecha al carbón con un toque de smog —algunos carritos de comida se defienden bien en este rubro— hasta la más refinada y poco ortodoxa, como las que B Town, la nueva burger boutique de la Roma ofrece.

Vayamos directo a lo importante: la hamburguesa clásica es sorprendente. B Classic: con 200 gramos de carne de res de buena cuna y en el término adecuado —medio, por favor—, jitomate, cebolla fresca, queso cheddar en generosa porción y tocino ahumadito y bien crujiente con pan brioche, hecho en casa por supuesto. La carne es poco grasosa como debe y muy bien sazonada; pero el pan merece más elogios: de buen tamaño, muy aireado, de gran sabor —ligeramente amantequillado— y sobretodo aguantador: no se remoja ni se rompe. Resiste las mordidas más feroces.

Pero estamos hablando de una burger boutique, así que lo debido es probar sus excentricidades. La aventura conduce a la afirmación de que B Town prepara una de las hamburguesas vegetarianas más ricas de la zona restaurantera chilanga —si no es que la mejor. La veggie está hecha de una combinación de frijol de soya, alubias, champiñones y berenejena rostizada. Muy bien sazonada, con aroma ahumado y sabores ligeramente tostados. Se sirve en pan pretzel saladito y se acompaña con pepinos y pimientos rojos frescos. Para matizar: aderezo de jocoque con habanero y pepinillos. Es fresco, ligero, picante y especiado a la vez, con un toque secreto de alguna especia oculta, podría ser cardamomo. Sabor a destajo. En serio: sería un error visitar este burger joint y dejarse llevar por la vieja idea de que las hamburguesas carnívoras son las únicas buenas.  

Para agregar un poco de drama a la degustación probamos la B Carnívora, que añade a sus 200 gramos de carne previamente elogiada una nada despreciable porción de salchicha italiana, pancetta finamente picada y pastrami. Se sirve en pan chapata y se acompaña de cebolla, queso azul y arúgula. La hamburguesa se describe sola, los sabores son directos y potentes, aunque quizás algo pasaditos de sal. 

Pero hay más, claro. Son 18 diferentes hamburguesas en su menú, diseñadas por el chef hawaiiano William Wilcox. Destaca la de quinoa con kale —la cúspide de la moda—, la glamurosa de kobe con foie asado y vino tinto, la chilanga de cerdo al pastor y… bueno, podría no tener fin, pues además el menú se está refrescando con notable constancia desde julio, el mes de su apertura.

Todo es hecho in house, desde el pan hasta la cátsup. B town tiene su propia carnicería, panadería y laboratorio de aderezos. Hasta ahora hay cinco tipos de pan a escoger: chapata, káiser —con semillas de chía—, integral, negro —de centeno— y pretzel; aunque lo más interesante son su opciones sin gluten.

Entre los atavíos para la hamburguesa destaca el aderezo de chipotle con jengibre y la salsa picosísima de habanero con mango. Entre los sides: los aros de cebolla con amaranto y empanizado bien logrado es la mejor opción, aunque el elote al grill podría funcionar bien.

Las entradas, sopas, ensaladas y postres son un mundo a parte, pero muy prometedor —quizás en otra visita, con más hambre, probemos el Ahi Tuna Poki(cubos de atún fresco en soya y jengibre) y la tarta de macadamia(con arándano, maple y helado de vainilla),que son dos de los platillos más recomendados por comensales asiduos.

Otra mención especial va para las malteadas, con alcohol mejor. Servidas en mason jars igual que los postres —para avivar un poco la onda de la moda—, están en el top de las más ricas, sobretodo la de cacao con licor de chile ancho. Aunque, para acompañar la burgermanía hay buenos vinos mexicanos y cervezas artesanales.

Queda un poco de espacio para mencionar la decoración, que parece seguir una fórmula en boga, pues todo es muy ‘hipster’, incluyendo la música que va de indie a versiones de rock en bossa nova —dudosa selección. El lugar es cómodo y con buen servicio, aunque le vendría bien aumentar la intensidad de la hipertenue luz. 

Al final, la experiencia vale lo que cuesta, sobretodo si se hace válida la guarnición gratis al hacer check-in en Foursquare. Además, la cocina está abierta hasta las 2 de la mañana, por aquello de los antojos desvelados.