Garota Boteco

La imagen que tenemos de los restaurantes brasileños suele ser un sitio repleto de mesas donde las caipirinhas abundan en las manos de los comensales y los meseros se pasean entre las sillas con espadas de todo tipo de cortes. Brasil es más que eso y Garota Boteco nos lo muestra.

Forma parte del complejo gastronómico de Casa Purveyor, una casona de la Roma que fue remodelada para albergar una variedad de sitios que van desde una casa de té, un sitio de hamburguesas, otro lugar mexicano más contemporáneo y este brasileño que ya se ha convertido en un favorito  de la zona. No hay cosa más reconfortante que llegar a un lugar a comer y ver que está repleto de personas del país de origen de la comida; esto sucede en Garota que suele ser concurrido por brasileños con nostalgia de hogar.

Así, en un sitio tremendamente acogedor, rodeado de maderas y pantallas donde se transmiten juegos de futbol soccer —el deporte nacional que compartimos— y canciones de João Gilberto, Cesária Évora y Bebel Gilberto, el ambiente que se respira en el aire es el de un lugar donde la vida es más pausada, rítmica y sabrosa.

Garota Boteco toma su nombre «bodega». En Rio de Janeiro, a finales de los 60' aparecieron almacenes de bebidas muy rústicos e industriales, grandes bodegones que poco a poco se transformaron en centros de consumo y puntos de encuentro obligatorios de artistas y personajes de la bohemia carioca. Boteco es también un estilo brasileño informar de tapear varios platillos al centro y de esta manera, probar de todo.

No faltan las caipirinhas de jugos naturales la bebida nacional, elaborada con cachaça (aguardiente de caña de azúcar),azúcar y hielo. Es también popular el tomarlo como base y agregarle distintas frutas —recomendamos la de maracuyá—,  para tener un múltiplo de sabores ideales para cada gusto. Una comida brasileña no puede estar completa si no se acompaña de un trago de esta bebida. Si no son tan fans de los aguardientes, sugerimos probar su propuesta de coctelería diseñada por el mixólogo David Mora.

Para empezar, pedimos un mix de salgadihnos, una especia de bocadillos fritos con distintos rellenos como pollo, queso y res. No puede faltar el pâo de queijo, el ingrediente principal de un buena comida brasileño que además es libre de gluten, pues se elabora con mandioca, queso duro, huevo, leche, manteca y sal. Fue creado por los indígenas guaraníes y se consumía en Paraguay, Brasil, Argentina y Bolivia.

Siguiendo la línea de compartir al centro, llega el escondidihno, una especie de pay de carne seca con una tapa de puré de yuca gratinado con queso parmesano (como si fuera una versión carioca del sheperd’s pie). Lo acompaña un bolinho de bacalhau, que son buñuelos artesanales hechos de bacalao y papa que se antojan acompañar con una buena copa de vinho verde.

Pero claro, no podemos marcharnos sin pedir el corte insignia de Brasil: una picanha na chapa, que es la colita del cuadril de la vaca, una carne ultra jugosa y de sabor majestuoso. Nos explican que el origen del nombre viene de la vara que usaban los ganaderos de Río Grande do Sul y de Matta Grosso para dirigir el ganado. Esta vara llamada «picanha» tenía en un extremo una punta de hierro con el que se picaba al ganado en la parte posterior de la región lumbar. Para los que quieran aventurarse con ese corte pero en otra variación pueden pedir la picanha burger, que lleva la carne cortada a punta de cuchillo, con queso gouda, arúgula y mostaza dijon. Ambos se acompañan con yuca frita, ¡un absoluto obligado!

Para cerrar el viaje a los sabores cariocas, terminamos con un fresco mousse de maracuyá con trozos de chocolate amargo. Un brillante cierre con una acidez perfecta para limpiar el paladar de lo que apenas fue una probadita de Garota Boteco que bien vale muchas visitas para empaparse de su propuesta.