Tres alimentos que han sido diseñados para ser adictivos

¿Te has preguntado por qué es absolutamente imposible comer solo una probada de los alimentos chatarra que más te gustan? Porque hay productos que han sido científicamente diseñados para ser adictivos.

La industria de la comida procesada está dominada por la mercadotecnia. Las tácticas cuidan todos los detalles, pues el cómo huele, cómo se ve y cómo se siente –además del sabor– son elementos que influyen en el consumo; por eso las galletas de chocolate siempre huelen tan rico.

Por supuesto que el azúcar, la sal y las grasas son adictivas por sí mismas, o ¿por qué otra razón todo el mundo ama comer una dona de Krispy Kreme?, pero los químicos de alimentos buscan la fórmula perfecta para que los consumidores se conviertan en eternos adictos. Lo malo es que algunas veces esas “sustancias adictivas” no son buenas para el organismo. Estos son tres ejemplos.

Refrescos

Uno de los ingredientes secretos de casi todos –sino es que de todos– los refrescos es la cafeína. Mientras más consumamos cafeína, nuestro cerebro necesitará más de ella cada vez, aunque no esté consciente de que está consumiéndola, pues la mayoría de los refrescos no anuncian sus productos como portadores de cafeína. Dicen que antes de lanzar al mercado el famoso refresco Dr. Pepper, se realizaron cerca de cuatro mil pruebas, hasta que lograron una bebida absolutamente adictiva.

Carnes curadas

El tocino, el jamón, el pastrami, las salchichas, el salami y otras carnes curadas y procesadas contienen nitrito de sodio, el responsable del color y el particular sabor de este tipo de carnes, además de que funciona como un conservador excelente. Durante el procesamiento  el nitrito de socio se combina con otros químicos y juntos forman carcinógenos, que por supuesto pueden ser peligrosos para la salud.

Palomitas de microondas

El truco está en el aroma. Cuando se cocinan, desprenden el irresistible olor a mantequilla que antoja a todo el que esté cerca. Éste aroma se debe a los saborizantes químicos de mantequilla, como diacetilo y Pentanodiona, que han sido deliberadamente integrados a los ingredientes para crear una nube de aroma que actúa como un estimulante en el cerebro humano.